viernes, 24 de octubre de 2008

¿Qué diría Sarmiento?


Pablo Pineau

La figura de Sarmiento, una de las más discutidas de nuestra historia, concita siempre un acuerdo básico: su lucha por la educación pública. Todo el espectro político e ideológico le reconoce que la escuela pública argentina, uno de los mayores orgullos de nuestro país, es obra suya.
Para lograrlo, Sarmiento sabía que algunas cuestiones eran innegociables. Una de ellas era justamente las condiciones laborales y salariales docentes. Sarmiento sostenía que con docentes mal pagos, obligados a enseñar en edificios en mal estado y sin el acompañamiento estatal necesario (como la alimentación y las ayudas económicas para los alumnos necesitados) la tarea educativa era imposible. Y por eso, no dudó en apoyar las primeras medidas de fuerza de los maestros como una forma más de construir y defender la escuela pública.
Véase el siguiente ejemplo, recuperado por Rubén Cucuzza. El 20 de noviembre de 1881, las maestras de la Escuela Graduada y Superior de San Luis declararon la primera huelga docente por motivos salariales hasta que el gobierno "nos haga justicia y nos pague". Para darle difusión a la medida, la nota enviada fue publicada por Sarmiento en el Monitor de Educación Común como una forma de dar su apoyo. Y para que su posición quedara clara, agregó que: "publicamos la petición, porque exponiendo los hechos que necesitan para fundar su derecho, está escrita en términos correctos, sin recriminaciones que salgan de la verdad".
No hay duda entonces respecto a lo qué haría hoy el Padre del Aula. Por eso, el Gobierno de la Ciudad, que gusta ponerse bajo su ala, debería ser coherente con sus posiciones, no tanto obligando a los niños a cantar un himno perimido, o a hacer un concurso digno de una oferta de supermercado llamado "El Sarmiento de mi escuela", sino asumiendo que la pérdida de días de clase es su responsabilidad última –y no de los docentes- dando lugar a los justos reclamos. No sea cosa que un día de estos, Sarmiento se baje de alguno de los bustos de las escuelas, y se dirija a la Carpa de la puerta de la Legislatura para espetarles desde allí "Burros" a funcionarios y legisladores, como solía hacer desde la presidencia del Consejo Nacional de Educación a quienes se oponían a sus proyectos de creación y sostenimiento de la escuela pública.

Se ruega difundir

Aporte del Lic. Oscar Lobo

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