viernes, 17 de octubre de 2008

"Los niños tienen cada vez más problemas emocionales"

"Los niños tienen cada vez más problemas emocionales"
El presidente de la sesión de psicología del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya asegura que los menores viven "estresados"

Joel Albarrán Bugié | Barcelona | 16/10/2008 | Actualizada a las 01:31hJoaquim Serrabona (50 años), doctor en psicología, psicomotricista, profesor en las Universidades Internacional de Catalunya y Ramon Llull, director del centro Luden de aprendizaje y reeducación y presidente de la sección de psicología de la educación del Col·legi de Psicòlegs de Catalunya lamenta que las actividades extraescolares llevan a algunos niños a tener jornadas de doce horas y llenas de obligaciones.

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Joaquim Serrabona, presidente de la sección de psicología de la educación del Colegi de Psicòlegs de Catalunya / J.A.B.PALABRAS CLAVE

Internet, Estados Unidos, Ramon Llull

-¿Qué problemas tienen los niños a los que atiende?
-Antes tenían más problemas de aprendizaje, de coordinación o de movimientos, es decir, dificultades instrumentales, pero ahora los problemas son cada vez de tipo relacional, emocional y conductual. Hay un aumento importante de las dificultades de este tipo.

-Muchas personas lo atribuyen a la tele, a Internet y a los videojuegos.
-Más que a estas cosas, se debe atribuir a cómo se utilizan. Los videojuegos o Internet son son recursos o actividades neutras en sí mismas. Aunque sí es preocupante que este tipo de actividades son muy visuales y hacen que el sujeto esté receptivo y focalizado sobre la actividad, dejando de lado su imaginación. Uno de los problemas de la infancia de hoy son los pocos recursos imaginativos que les aportamos. El niño ha de tener espacios de aburrimiento, porque es una sensación desagradable que le lleva a huir de ella y a buscar alternativas.¡Contra el aburrimiento, imaginación!

-¿Cuál sería la forma correcta para los niños de usar la televisión o los videojuegos?
-El día tiene unos tiempos determinados y hay que hacer un buen uso de esos tiempos. El niño pequeño no sabe hacer por si sólo, así que el control tiene que ser externo, lo tienen que hacer los padres. No puede ser es que el niño sea el dueño del mando y decida cuando y cuánto tiempo ve la televisión, corresponde a cada familia proteger a los niños y limitar los tiempos y los contenidos sin ningún miedo.

-¿La tele tiene su lado positivo?
-Hay recursos, como los vídeos o las películas que, en momentos puntuales, pueden ser útiles. A veces uno puede estar muy bien relacionado con su hijo mientras ve una película, pero otra cosa es que la televisión o los videojuegos limiten la comunicación de la familia, que la mesa del comedor esté puesta en dirección a la televisión o todo este tipo de cosas. ¡El problema no es de la televisión sino de la comunicación que nos perdemos! Somos animales sociales y así es como construimos. Si en edades tempranas no hay una comunicación bien establecida algo falla o puede fallar.

-En este sentido ¿la infancia es el momento clave?
-Es el momento de conversar con los hijos, no en un sentido estricto sino en el sentido de crear vínculos. Para que haya un mínimo de relación, de buena sintonía, tiene que haber un mínimo de tiempo. Hay quienes dicen que "lo importante es la calidad de la relación", pero no tienen en cuenta que para ello es imprescindible un mínimo de cantidad, sin este mínimo es imposible.

-Con Internet los hijos también pasan muchas horas encerrados en sus habitaciones. ¿Eso es malo?
-En Internet se establece otro tipo de relación, que no es cuerpo a cuerpo ni verbal. En ese espacio cerrado pueden surgir trastornos, pero Internet es un invento fantástico. El problema son siempre las exageraciones, que pueden llevar a acabar encerrado en un núcleo destructivo.

-¿Internet también tiene una vertiente socializadora?
-Sí, hay gente que busca y también encuentra en Internet sin que eso afecte a sus relaciones personales. El problema es cuando uno utiliza Internet como un refugio de una comunicación de tú a tú. Ahí hay una huída y una dificultad de relación y de ser.

-¿Qué tipos de comportamientos deben hacer que unos padres empiecen a preocuparse por su hijo?
-La exageración. La patología está en la exageración de las cosas. Cuando alguien se refugia, cuando está obsesionado y cuando eso le impide hacer otras cosas, entonces debemos preocuparnos. Si un niño está en Internet pero hace deporte, estudia y hace otras cosas no hay porque preocuparse. El problema es cuando algo engancha tanto que ya no permite ir a diferentes sitios ni tener flexibilidad.

-¿Algunos niños sufren también por el exceso de actividades extraescolares?
-A veces hay obsesión por las actividades extraescolares. Hay casos tremendos en los que el niño, a la salida del cole, tiene actividades cada día de la semana. En algunos casos llegan a tener una jornada que empieza a las ocho de la mañana y acaba a las ocho de la noche. Todo ese tiempo han estado en relación con los demás en la obligación de tener que hacer cosas, sin espacios propios de escucha interna, de aburrimiento, para encontrarse y reposar interiormente.

-¿Qué tipo de consecuencias tiene este exceso de actividades?
-Los niños, evidentemente, también van estresados. Si alguien está siempre en marcha se agota. Cuando esto le sucede a un adulto, toma sus vacaciones y recupera la energía, pero cuando se acelera demasiado un niño pasa a sentir displacer y con esa sensación nadie quiere aprender cosas. Por muy buenas que sean las actividades, un exceso es más negativo que positivo. No hay que ocupar tanto a los niños haciendo cosas, sino buscar más tiempo libre y disfrutarlo.

-¿Qué tipo de actividades son más adecuadas para cada edad?
-Las actividades extraescolares son muy buenas para los niños. En la etapa más temprana y más infantil, el movimiento, el juego y las sensaciones tienen que estar presentes. Todo lo que sea movimiento o música son actividades muy interesantes y que no tienen porque hacese por separado de los padres. A partir de los siete u ocho años, el niño ya no necesita tanto disfrutar de su cuerpo y su acción, sino que también desea aprender cosas.

-¿Este tipo de actividades se adelantan cada vez más?
-El exceso y el deseo de muchos padres de que sus hijos lo aprendan todo lo más rápido posible viene de lejos y ahora nos encontramos con que hay cada vez más fracaso, cada vez hay más gente que renuncia. Me preocupa que se quiera correr demasiado, porque nos construimos progresivamente. Hay etapas para cada cosa y lo bueno es ajustarse a esas etapas. La función del adulto es acompañar y abrir las ventanas cuando es necesario, en el momento oportuno.

-Pero en este mundo tan competitivo muchos creen estar invirtiendo en el futuro de su hijo cuando le mandan a inglés a los cinco años ¿no?
-La mejor inversión que se puede hacer en este mundo es en salud mental, en salud física y mental. Y parte de esa salud física y mental está en que la infancia sea vivida de forma placentera. Ahí está la base de todo. Si alguien tiene una vivencia positiva de sí mismo y de su entorno, las cosas pueden costar más o menos, pero se van a conseguir. El problema es cuando se exagera en la exigencia y se agota al sujeto.

-¿Es cierto el tópico que los niños son como esponjas?
-Son esponjas, pero hasta cierto límite. El niño puede desarrollar mucho su nivel cognitivo, pero el aspecto emocional es básico.

-Un estudio acaba de revelar que, después de los accidentes de tráfico, la segunda causa de muerte entre los niños de 10 a 14 años es el suicidio.
-Si eso es así, es tremendo, dramático. En Estados Unidos el 25% de los niños están diagnosticados con depresión infantil. Es una barbaridad. Aquí influyen muchas cosas y yo creo que tenemos que repensar nuestros modelos de convivencia, como nos relacionamos. Tenemos que hacerlo de un modo más humano.

-¿El esfuerzo que tiene que hacer una familia para lograrlo es muy grande?
-Es muy fácil decir vamos a vivir todos más tranquilos y convivir más, pero no es un cambio de hoy para mañana. Uno mismo tiene que proponerse cambiar las cosas y reservar espacios de tiempo durante la semana para estar sin agobios. Se trata de repensar la vida, hacerla más humana.

Aporte de Oscar Lobo

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