miércoles, 2 de julio de 2008
Lo que no se Trata en el Congreso
Lo que no se trata en el Congreso Filicidios
30/06/08
Por Alberto Morlachetti
(APe).- Rodolfo Braceli escribía, destripando palabras, que al otoño hay que hacerlo otoñar. Al pan, panar. Al mundo, mundar. No es para menos, es para más: consideremos que aquí, más acá de nuestras distraídas narices, la condición humana se desfondó.
El martes 3 de junio en Roma, en la Conferencia de la FAO, la presidenta de nuestro país, Cristina Fernández, destacó que la Argentina “puede ser una multinacional de alimentos” y que está en “condiciones de producir para 400 ó 500 millones de personas”.
Hay días que no tengo ganas de ponerme los ojos. Las familias pobres representan más de la mitad de la población y son las que tienen el mayor número de hijos. El amor es un hallazgo y lo multiplican antes que el dolor comience a mancharlo todo. Hechos como el hambre en la Argentina, tan extendida, tan paradojal, tan inexplicable es lo que nos hace dudar que nuestro planeta fuera el lugar adecuado para la aparición humana.
Si el hambre es un crimen, el futuro no acepta arrepentimientos y les pegará en la nuca a los que lo inventaron. No obstante, hay algo irreparable en el sufrimiento infligido a los pibes. Caín llevaba la señal en la frente y era el signo exterior de la permanencia de la culpa en la conciencia de quien tuvo la posibilidad de evitarlo y no lo hizo. Porque si todo prescribe, si todo se olvida, ¿qué impide que el crimen se repita? Expulsado del paraíso Caín se dirige a la Tierra de Nod -al oriente de Puerto Madero- donde ha de habitar eternamente esa dura cartografía de los condenados de la tierra.
Filicidios
26/06/08
Por Miguel A. Semán
-I-
(APe).- En 1992, Arnaldo Rascovsky, escribía que la tragedia de Edipo arranca con un filicidio. El origen del drama es la orden del rey de matar a su hijo para evitar que se cumplan los terribles vaticinios del oráculo. Orden de la que nunca se arrepentirá y que creerá ejecutada hasta el último instante de su vida. Visto así, decía el pediatra, Edipo es víctima del abandono de sus padres. Sólo un niño a quien envían a morir.
¿Por qué entonces durante tantos años, psicoanálisis mediante, no hemos visto en él más que al victimario, al parricida incestuoso? Tal vez por la misma razón por la que hoy sólo vemos “asesinos con chupete” en los hijos que matan, almas deformes metidas en cuerpos infantiles.
-II-
El oráculo de nuestro tiempo también nos ilumina el miedo y pregona la peligrosidad de los hijos de la pobreza. Vaticina nuestras muertes como contraprestación de sus incontenibles nacimientos. Nos inculca la amenaza de su fertilidad devastadora para una economía que los desconoce. Y prescribe como únicos remedios contra el exceso de vida, de deseo y de hambre: el abandono, la desnutrición, las drogas y la guerra.
Es duro reconocerlo, pero pertenecemos a la estirpe de los filicidas.
Para que no se cumplan los vaticinios planificamos masacres, los condenamos al exilio. Los vendemos, enteros o en pedazos. Los enviamos a morir por nosotros como si su sangre, como si todas sus sangres derramadas pudieran regenerarnos. Y cuando, un día, uno de ellos se da vuelta y nos enfrenta, queda incrustado en ese gesto final. Lo esculpimos para siempre en el acto congelado de dar muerte.
-III-
Un informe que circula por el mundo dice que Argentina es fuente, tránsito y destino para hombres, mujeres y niños traficados con el propósito de explotación sexual y trabajo forzado. A su vez brasileñas, paraguayas, bolivianas, dominicanas y peruanas son sometidas a explotación laboral o sexual dentro del país.
En el diario La Nación del 4 de junio de este año aparece la noticia de que a cuatro cuadras del Departamento central de la Policía Federal y a seis cuadras del Congreso de la Nación funcionan al menos cinco comercios habilitados como bares, pero que en realidad forman parte de una red donde se ejerce la prostitución infantil y se vende droga.
En nuestro país, donde según algunos dirigentes, sin dejar de exportar alimentos, se podría alimentar gratis a 30 millones de habitantes, hay zonas liberadas donde el hambre corre como un incendio blanco congelando infancias.
Formas atenuadas o agravadas de filicidio. Sólo pibes que mandamos a morir. Muchas veces mueren y algunas veces matan. Las muertes recibidas suelen caer en el olvido. Tal vez porque son fértiles, tempraneros y fecundos y siempre, siempre, siempre están sobrando.
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