miércoles, 30 de julio de 2008

El Delito de Sobrevivir - La Vida y los estándares


El delito de sobrevivir La vida y los estándares

El delito de sobrevivir
22/07/08

Por Miguel A. Semán

"Cuando se los acusa son hallados culpables
de intentar, a toda costa, de sobrevivir."
John Berger

(APe).- Tiene razón Eduardo Galeano cuando dice que si los que en la oscuridad de las cavernas empezaron a sobrevivir hubiésemos sido nosotros, el hombre habría durado sobre la tierra apenas un ratito. Aquellos primeros fueron capaces de durar, cuando tal vez estaban destinados a desaparecer, porque se unieron para defenderse y compartir la comida.

La humanidad que hoy somos no llega a entender que la salvación de los pocos a costa de los muchos es un salto al vacío. Tan al vacío que los deja y nos deja sin tierra, sin agua ni cielo. Nos arroja afuera del planeta, que como un animal muy viejo, ya está cansado de nosotros y quiere abandonarnos.

El hambre obliga a los hombres a migrar de un continente a otro. Algunos mueren en los mares, otros arañando las puertas de un mundo que les pisa las manos para que no puedan aferrarse ni a las piedras del desierto. La Unión Europea acaba de consagrar su derecho de suspender los derechos de los “sobrantes” mediante su reclusión, hasta por un año y medio en campos de confinamiento extrajudiciales.

En lo que va del año, 69 inmigrantes han muerto intentando alcanzar las costas de España y un 40% de los españoles se declara a favor de criminalizar la inmigración ilegal.

En Italia un sector importante de la sociedad le reclama al Gobierno que limpie de “basura” su territorio, mientras un flamante y vetusto fascismo recorre las calles quemando campamentos gitanos. En los “Centros de Identificación y Expulsión”, donde gran cantidad de niños gitanos mueren “accidentalmente”, se recurre al fichaje meticuloso de los menores de edad. Cuando la noticia se publicó en nuestro país, en la versión on line del diario Crítica aparecieron muchos, demasiados, comentarios favorables a la expulsión de los rumanos, los africanos y los musulmanes de la península.

El 20 de junio pasado el escritor argentino Jorge E. Nedich, integrante de la etnia, escribió para el diario La Nación un artículo crítico sobre “El rebrote racista en Italia”. Lo llamativo, y también alarmante, fue que de diez mensajes al menos nueve atacaban al autor, a los gitanos y justificaban la persecución.

Los argentinos no nos distanciamos demasiado de Europa. La diferencia, tal vez, radique en que nos escudamos bajo un maquillaje que nos presenta al mundo un poco mejor de lo que somos. Sancionamos leyes sobre una igualdad de derechos en la que no creemos y adherimos a tratados internacionales que no cumplimos. Nuestros pobres, como en la historia de todas las naciones, son el extranjero interno. Los desarraigados, los suspendidos en los calabozos, los sin sentencia ni destino. Los nómades que van de una provincia a otra, de una ciudad a otra en busca tan sólo de trabajo y comida y a quienes les pisamos las manos para que no puedan agarrarse ni de los alambrados que los separan del mundo.

Nada o casi nada sabemos de nuestros antepasados desnudos. Pero nuestra presencia aquí, agónica e irresponsable, es el último refugio de la vida humana y testimonia que en algún momento ellos, cuando todo era intemperie, fueron capaces de vislumbrar lo que hoy nosotros no podemos comprender: Que la vida era un asunto colectivo, que el aire y el agua eran de todos y que era necesario reunirse junto al fuego, entibiarse y compartir la comida.

Tal vez fue entonces cuando la tierra y el cielo empezaron a quererlos.

La vida y los estándares
25/07/08

Por Carlos del Frade

(APe).- Los antiguos pobladores del actual territorio de la provincia del Chaco celebraban los pájaros, los montes de misteriosas oscuridades y los siempre vivos colores de animales, plantas y hasta de la propia tierra.

Tobas, chiriguanos, guaraníes y mocovíes compartieron la maravilla de la exuberancia natural y quisieron trasladar esa armonía al interior de sus comunidades.

Hasta que llegó el conquistador y a partir de la sangre derramada comenzó el saqueo material y espiritual.

Mujeres, hombres y chicos; montes, quebradas, ríos y bosques; todo fue arrasado en nombre del progreso, primero, y luego, porque sí. Por simple voracidad de los sectores dominantes.

Ya hace rato que los peores índices de mortalidad infantil y pobreza vienen de la provincia del Chaco.

Y ahora, además, se le ha sumado la expansión de esa moderna trituradora de lo ecológico y lo humano que es la llamada frontera sojera.

Riquezas para afuera, ausencias internas.

Por eso, en estos crepusculares años del tercer milenio, no es casual que el maltrato a la naturaleza derive en exageradas respuestas. Grandes inundaciones o grandes sequías. Ya no hay término medio. Pero los costos siempre los pagan los hijos de los pueblos originarios. Los que habían inventado aquellos mitos de la vida, la riqueza de colores y cantos que venían del agua, el aire y la tierra.

Ahora el presente es consecuencia de los caníbales contemporáneos.

Aquellos capaces de fagocitarse la vida natural y humana, cómodamente sentados en sus mullidos sillones oficiales.

Quedan los números, pero las cifras no expresan los sueños y los proyectos que quedan del otro lado de los guarismos.

Apenas suman, apenas muestran los números.

Dicen que hay 300 mil personas sin agua potable en el Chaco, que las lluvias ya no sacian las necesidades de los montes ausentes, de los bosques talados y los pueblos urgidos por la pobreza impuesta.

"Esta es una de las sequías más importantes de la historia del Chaco, comparable a la que se registró años atrás en la localidad de Juan José Castelli. La situación es cada día más crítica, porque en los últimos meses no cayó una sola gota" de lluvia, dicen desde la Administración Provincial del Agua (APA).

En forma paralela al drama cotidiano de tantos chaqueños, la presidenta de la Nación, la doctora Cristina Fernández, inauguró las instalaciones del nuevo Aeropuerto Internacional de Resistencia, la capital chaqueña, junto al gobernador, Jorge Capitanich. La inversión fue de alrededor de 30 millones de pesos y, según dicen los voceros de la propaganda oficial, ese dinero servirá para elevar “los estándares de servicios de la terminal al nivel C de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA)”. Uno de los funcionarios chaqueños llegó a decir que “con las nuevas refacciones y con la ampliación de las pistas y terminales de embarque, sumadas a la ya inaugurada reparación de los accesos, y a la futura instalación de los radares, el Chaco tendrá un aeropuerto internacional de alternativa operativo todos los días del año”.

Mientras tanto, 300 mil chaqueños esperan que alguien les devuelva parte de lo robado aunque semejante gesto no figure en ningún estándar internacional.

Fuente de datos:
Diarios Crítica 20-07-08 / Clarín 22-07-08 y Diario Chaco 11-07-08

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