jueves, 19 de junio de 2008

Sara Paredes:"Amo a esta Tierra, Amo a este Pueblo"

Sara Paredes tiene 98 años y vive en Ushuaia desde 1945


Sara Paredes tiene 98 años y hace 62 que vive en Ushuaia, ese pueblo, como ella lo llama, que vio crecer desde octubre de 1945 al lado de su marido, Jorge Litovich.

La antigua pobladora nos recibe de manera agradable, dispuesta a oír con mucha atención. Acepta la entrevista, que no había sido pautada con antelación, abriendo la puerta de su cerco de madera e invitándonos a pasar a su propiedad.

Después de colgar su ropa al aire libre en el tendal de su patio, también nos invita a conocer su casa, construida a dos aguas y revestida en la parte exterior por chapa, ubicada en la zona céntrica de la ciudad. Su hogar es muy ordenado, tiene temperatura y ambiente agradable; una estufa y una salamandra adaptadas a gas natural calefaccionan el lugar.

Paredes se muestra como una mujer amable. Viste en forma sencilla, con una pollera larga gris, suéter y saco de lana.
Se reconoce como una persona muy casera.

Su vida

Sara y Jorge llegaron a Ushuaia por vía marítima, provenientes de Chile, en un barco que encallaba en una “roca grande” de la Isla Navarino, y se instalaron desde ese momento en el campo del comerciante Salomón. Allí vivieron 17 años hasta que por razones de salud, Litovich debió cambiar de trabajo.

Según recuerda, aproximadamente desde 1962 hasta 1980, la antigua pobladora y su marido se dedicaron a la venta de verdura fresca que cosechaban en la huerta de su patio, convirtiéndose en los únicos verduleros de la ciudad.

El matrimonio trabajaba la tierra, fertilizándola con abono que encontraban en el campo y que trasladaban junto a la leña, al principio en carreta y años después en camioneta, hasta su casa ubicada en Gobernador Deloqui.

En 1980 falleció José Litovich, pero Sara continuó desarrollando sola la actividad agrícola durante tres años más.

En la actualidad, Sara vive con las mismas energías de Octubre de 1945 en el pueblo que ama y del que “extraña la tranquilidad y seguridad”, pero, pese a ese temor que se origina por “no conocer a todos” los habitantes de Ushuaia, Sara afirma que “ama a esta tierra” que trabajó y sembró, y en la que cosechó amistades y una vida “feliz y armónica”.

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